Alguno decidió pintar las paredes del living con colores vivos. Otro eligió apostar a un juego de sábanas basado en el rojo fuego. Está aquella mujer que optó por presentar un cuenco con frutas en la mesa de la cocina. Lo que ninguno de ellos sabe es que cada una de esas selecciones esconde un rasgo sobre su personalidad.La manera en la que uno decide decorar la casa esconde obsesiones, gustos, miedos, pasiones, virtudes y defectos. Desde aquel que guarda su ansiedad en el desorden de los cajones de la ropa hasta el otro que refleja su soledad en baños de inmersión. Los detalles más insignificantes del hogar pueden ser reveladores del comportamiento humano.
La puerta de entrada
La personalidad puede estar definida hasta en la entrada del hogar. Un estudio de la Universidad de Birmingham estableció una relación entre los colores de las puertas de las casas y el comportamiento de sus dueños. Aquellos que eligen el rojo no tienen miedo de decir lo que piensan. Los que optan por el azul son más accesibles y dóciles en la mayoría de las situaciones. El verde refleja una persona más tradicional y el negro representa a alguien más retraído. De hecho, los que son más introvertidos suelen apostar a tonos sólidos para la decoración.
La alacena y el peso
Los alimentos que uno deja expuestos en la alacena de la cocina también pueden ser un indicador de rasgos sobre sus dueños. Un estudio de la Universidad de Cornell reveló que aquellas mujeres que tienen una caja de cereales a la vista promedian un peso de unos 9 kilos más que las mujeres que no tienen ningún tipo de cereal. Las mujeres que llevan una gaseosa (aunque sea la versión light) al patio o a la terraza pesan entre 10 y 11 kilos más que las que apelan a una bebida natural. Además, aquellas que tienen un plato de frutas a la vista en la cocina pesan casi seis kilos menos que las que no lo hacen.
La intimidad y el color del cuarto
La decoración y la imagen de la habitación también pueden decir mucho sobre sus dueños y sobre sus preferencias íntimas. Una investigación de la Universidad de Bristol destacó que las personas que apuestan a colores como el púrpura o el violeta tienen el doble de cantidad de relaciones sexuales semanales que aquellos que utilizan grises. Además, los que aman el rojo suelen hacer todo de forma extrovertida, mientras que los que aman el beige son más tímidos y cautos.
Las fotos y los Millenials
Las imágenes que aparecen en las paredes de la casa también definen a los anfitriones. Aquellos que suelen inundar el hogar con fotos propias suelen tener menos de 35 años. Las generaciones anteriores sienten cierta vergüenza de publicar tantas imágenes de sí mismos en las casas, sin embargo los propios diseñadores de interiores reconocen que las "selfies" son ya una marca registrada de la nueva era.
Las mujeres que suelen dejar la caja de cereales a la vista promedian un peso mayor que las que la esconden
Los baños y la soledad
Aquellas personas que suelen tomarse duchas o baños de inmersión son más propensos a sentirse solos o desamparados. Ese es el resultado de un estudio de la Universidad de Yale. Según los investigadores, esos baños calientes cumplen la función de un sustituto emocional ante la falta del "calor" que pueda ofrecer otra persona.
Hacer la cama y la felicidad
Aquellos que consideran que hacer la cama es una pérdida de tiempo presten atención. Una encuesta hecha a 68.000 personas en Reino Unido determinó que los que dejan su cama hecha por la mañana suelen disfrutar más de su trabajo y ejercitarse regularmente. Algunos psicólogos reflexionaron que las personas más felices suelen perseguir una vida mucho más ordenada.
La ansiedad y el desorden
Muchísima gente esconde mensajes ocultos entre los cajones de su cuarto, aun cuando tienen el resto de la casa organizada y limpia. Aquellos que tienen los cajones hechos un desastre pueden padecer un cuadro de ansiedad, según una investigación del departamento de psicología de la Universidad de Columbia. De acuerdo a los especialistas, los ansiosos tienen una necesidad de aparentar una estabilidad total hacia el afuera, pero no terminan de ordenar su vida puertas adentro.
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