jueves, 26 de junio de 2025

A cien años de La quimera del oro un hito que transformó el cine y la mirada sobre la sociedad



En 1925, Charles Chaplin estrenó *La quimera del oro*, una obra maestra que no solo marcó un hito en la historia del cine, sino que también redefinió la capacidad del arte para reflejar las contradicciones de la condición humana. Esta película, que cumple un siglo de existencia, trasciende su tiempo y se erige como un testimonio perdurable de la genialidad de su creador, quien supo conjugar el humor, la crítica social y una poética visual que aún resuena en la sensibilidad contemporánea.

La trama, ambientada en la fiebre del oro de Klondike, sigue las desventuras del Vagabundo, ese personaje icónico que encarna la fragilidad y la resistencia del hombre común frente a un mundo hostil. Chaplin, con su característica destreza, teje una narrativa que oscila entre la comedia slapstick y la tragedia contenida, mostrando las penurias de los buscadores de fortuna en un paisaje inhóspito, donde la ambición y la supervivencia se entrelazan con la soledad y el desamparo. Escenas como la danza de los panecillos o la desesperada cocción de un zapato no solo provocan risa, sino que destilan una profunda empatía por los marginados, aquellos que persiguen quimeras en un sistema que los excluye.

*La quimera del oro* no es solo un prodigio técnico para su época —con innovaciones como los efectos especiales que simulan avalanchas o el uso magistral de la cámara para narrar sin palabras—, sino también un espejo de las tensiones sociales de los años 20. En un mundo marcado por la desigualdad y la voracidad capitalista, Chaplin pone en escena la lucha del individuo contra las fuerzas que lo aplastan, un tema que dialoga con las preocupaciones de escritores como Kafka o los ecos de la literatura naturalista. Su Vagabundo, con su bastón y su bombín, es un Quijote moderno, un soñador que desafía la adversidad con dignidad y humor.

A un siglo de su estreno, la película sigue interpelándonos. Su capacidad para equilibrar lo universal y lo particular, lo cómico y lo trágico, la convierte en un texto fílmico que no envejece. Chaplin no solo transformó el cine como medio de entretenimiento, sino que lo elevó a la categoría de arte reflexivo, capaz de cuestionar las estructuras de poder y de celebrar la resiliencia humana. *La quimera del oro* es, en definitiva, una invitación a mirar el mundo con los ojos del Vagabundo: con ternura, con ironía y con una inquebrantable fe en la posibilidad de lo imposible.




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