lunes, 30 de junio de 2025

¿El sueño perdido se puede recuperar? Mito o realidad

Una creencia muy extendida afirma que "el sueño que se pierde no se recupera". Aunque muchos intentan compensar noches mal dormidas con siestas largas o maratones de sueño los fines de semana, la ciencia respalda que esta deuda no se salda por completo.



Durante el sueño, el cuerpo atraviesa distintas fases: sueño ligero, profundo y REM (sueño de movimientos oculares rápidos). Cada una cumple funciones específicas en el descanso físico, la consolidación de la memoria, la reparación celular y el equilibrio hormonal. Cuando una persona duerme menos de lo necesario —ya sea por estrés, trabajo o hábitos irregulares— no solo se siente más cansada: su organismo pierde procesos vitales que no pueden replicarse completamente después.

La llamada "deuda de sueño" se acumula. Si bien dormir más uno o dos días puede aliviar parte del agotamiento, no compensa al 100% las funciones cerebrales y fisiológicas que se alteraron. Investigaciones demuestran que la falta crónica de sueño impacta negativamente en el sistema inmunológico, el rendimiento cognitivo, el estado de ánimo y el metabolismo. Además, el cuerpo no entra automáticamente en las fases más profundas del sueño solo por haber dormido poco los días anteriores.

Por eso, es fundamental mantener una rutina de descanso regular: entre 7 y 9 horas por noche en adultos. Dormir bien no solo es una cuestión de cantidad, sino también de calidad y continuidad. Aunque no siempre se pueda evitar una noche de mal descanso, convertirlo en un hábito sí tiene consecuencias.



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